Electric Boogaloo, la loca historia de Cannon Films nos cuenta, mediante entrevistas y fragmentos de sus cintas, las hilarantes peripecias de Menahem Golan y Yoram Globus, dos primos cuya pasión por el cine cambió la forma de hacer y comercializar películas. Edición especial limitada que tendrá apariencia de VHS, emulando al añejo formato. Un homenaje de Cameo y 39 escalones que saldrá a la venta el 17 de Julio por 15€. Incluye más de una hora de extras y un libreto de 16 páginas con amplia información sobre la película y las producciones de Cannon Films. Si queréis estar al día de noticias como esta podéis seguirme en Twitter y Facebook.
Características edición en DVD
Audio: V.O. inglés 5.1, castellano 2.0
Subtítulos: castellano
Formato: 16/9 – 1.85
Extras (66 min): escenas eliminadas, showreel tráilers Cannon Films
Duración: 102 min
La película
Este extraordinario y trepidante documental, da un repaso a una de las productoras más emblemáticas de los años 80: Cannon Films, con increíbles escenas de rodaje de sus películas más famosas, fragmentos de los tráilers, secuencias memorables, imágenes de archivo con Golan y Globus en plena efervescencia. Muestra los entresijos de algunas de las películas que, en privado, reconocemos como buenísimas y favoritas con los ojos desencajados, aunque en público negaremos haber visto si no es en presencia de nuestro abogado.
Cannon es una marca mítica, un sello en decadencia, comprado por dos primos judíos que llegaron a Hollywood y consiguieron plantar cara a Warner, Fox o Universal. Aunque no lo consiguieron del todo, y el documental cuenta los motivos, estuvieron a punto. Demencial hasta el punto de que ver el logo de Cannon precediendo una película, le hacía perder cualquier posible prestigio, aunque acogieron a Cassavettes, Godard o Zeffirelli en horas bajas.
Cannon es una marca mítica, un sello en decadencia, comprado por dos primos judíos que llegaron a Hollywood y consiguieron plantar cara a Warner, Fox o Universal. Aunque no lo consiguieron del todo, y el documental cuenta los motivos, estuvieron a punto. Demencial hasta el punto de que ver el logo de Cannon precediendo una película, le hacía perder cualquier posible prestigio, aunque acogieron a Cassavettes, Godard o Zeffirelli en horas bajas.
Este magnífico (y divertido) documental no es, sin embargo, un homenaje amable, puesto que muchos de los que colaboraron con Cannon en aquellos años, expresan su disgusto por los presupuestos menguantes de las películas en las que trabajaban, en los problemas de producción o en la permanente improvisación que reinaba en el universo Golan-Glogus.
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